«La Anacronía en la poesía de Milagros López».
Por Ahmed Oubali.
(Estudio crítico del poema «Poesía»)
El tiempo psicológico en poesía no es irreversible y continuo como lo suele ser en el tiempo cronológico: transcurre como en un sueño donde los acontecimientos pueden durar pocos segundos o abarcar períodos muy largos, donde presente, pasado y futuro acontecen de forma desalineada, alterando el espacio mismo en escenarios oníricos o meras imágenes abstractas. Es la anacronía. Ésta consiste en una ruptura temporal en la narración y aparece cuando el relato se detiene instantáneamente y se introduce un hecho nuevo con una nueva cronología. A este nivel se habla de temporalidad artística.
Y es lo que acontece en el poema de Milagros.
Para lograr la estética del acontecer poético que se propone, Milagros expone “arbitrariamente” el orden de los acontecimientos, utilizando una serie de técnicas que permiten ordenar estéticamente el relato, reduciendo sustancialmente en esencias sus hechos.
Dichas técnicas, que no puedo desarrollar aquí por falta de espacio, son conocidas como analepsis (retrospección/Flashback, con regresos violentos al presente), prolepsis (Premonición/visión del futuro/Flashforward, con anticipación violenta del futuro), la elipsis (que consiste en ocultar información que el lector adivina o se irá descubriendo a medida que transcurre la historia), la silepsis o acronía (que consiste en entrelazar simultáneamente dos o más hechos) y la ucronía (que es centrarse en un momento preciso donde el lector imagina qué hubiera pasado si las cosas no hubiesen sucedido como lo han hecho).
En el poema, la noche es el punto de arranque de la enunciación, lo recuerdo para que el lector no se pierda. Y si se despista, mejor todavía, porque es señal de que comprende el poema. No obstante hay que notar que la narración aquí se inicia Ab Ovo, ‘desde el huevo’; o In media res, ‘en la mitad de las cosas’; o In extrema res, ‘en el final de las cosas’, porque empieza por el desenlace.
Juzguen por ustedes mismos:
Escribir…para no despertar al centinela,
Calibrar el espacio que va del infinito a este horizonte preciso que me filtra las sílabas,
Buscar en mis manos ríos que dictan horas.
Recorrer esta noche tras el dios de la palabra, tras la fuente que sacie a la mantis, hiena en mis soles.
Fijar alas al reloj,
Sufrir la levedad del soplo en la escarcha, la fugacidad en nuestra arena.
Resistir la luz, ese brillo siempre al borde de la dermis.
Y el anhelo de vestirme criatura, anhelo de sombras, de oscuridad, de común oscuridad.
Conclusión.
El cuerpo es a la vez espacio y tiempo.
Y la conciencia o percepción (el Yo) de este cuerpo es el que organiza el tiempo en que estamos inmersos.
Sin ello no hay ni tiempo ni espacio ni nada.
De hecho nada existe sin los demostrativos y pronombres personales (=el cuerpo que apunta y muestra); los sustantivos y preposiciones (que marcan el espacio) y los verbos, que permiten que haya tiempo…
Juzguen por ustedes mismos:
/Este horizonte preciso que me filtra las sílabas/
/Buscar en mis manos ríos/
Recorrer esta noche tras el dios de la palabra, tras la fuente que sacie a la mantis, hiena en mis soles.
La fugacidad en nuestra arena.
El anhelo de vestirme criatura, anhelo de sombras
Milagros López, al exponernos estéticamente (est-ética-mente) los registros del tiempo/espacio, en su transcurrir, su variabilidad y su infinita belleza, nos invita simplemente a vivir una extraordinaria aventura: viajar hacia lo esencial, hacia lo profundo de nosotros mismos.